Comprar un departamento es una adquisición que te puede brindar la posibilidad de invertir tu dinero de manera segura. Sin embargo, la gran mayoría de peruanos que desean comprar departamento se lanzan a la aventura sin antes tener en cuenta la diversidad de factores que pueden ayudarles o perjudicarles con esta compra. Si en este momento de tu vida estás considerando comprar un departamento pero no sabes todo lo que esto implica, este artículo es lo que estabas buscando.
Tómate tu tiempo y lee sin prisa estos 10 puntos clave que debes considerar antes de comprar departamento
Lo primero que debemos conocer es en qué zona deseamos comprar (por ejemplo si será una zona habitacional o si será una zona mixta) y qué servicios e infraestructura necesitamos que estén disponibles en ella. Es de mucha utilidad realizar una evaluación sobre la distancia entre nuestra futura propiedad y la escuela, el templo, el transporte, el club, el supermercado, el hospital, por mencionar algunas instituciones o servicios con los cuales interactuamos diariamente. De la misma manera, tendríamos que determinar los servicios públicos que esperamos: vigilancia, calidad de pavimentos y banquetas, suministro de agua, luz, gas, alumbrado, recolección de desechos y redes de electrificación y telefonía (aéreas o subterráneas).
Sin duda, lo primero que nos preguntará nuestro especialista es de qué presupuesto disponemos. Aquí lo importante es considerar la enorme oferta que existe actualmente para aumentar nuestras posibilidades financieras. En el tema hipotecario con las instituciones de crédito; las tasas de interés de un dígito, los plazos de hasta 30 años y el cero por ciento de enganche constituyen grandes atractivos. Una vez que se defina la cifra que se podrá pagar es buena recomendación aumentarla entre 5 y 15 por ciento, ya que usualmente son los porcentajes que se negocian, hacia abajo, sobre los valores que encontramos en el mercado. No hay que olvidar considerar que si es necesario vender nuestra casa actual para comprar la nueva habrá un periodo de entre 3 y 6 meses para concretar la venta.
Antes de hacer recorridos para ver inmuebles hay que decidir si califican o no. No tiene sentido ver propiedades que no se ajustan a la zona que deseamos o a nuestro presupuesto. Para ello, hay que pedir suficiente información, incluidas algunas fotografías. Cuando tengamos opciones que califiquen, realicemos un recorrido, tomando en cuenta lo siguiente.
Analizar el entorno de lo general a lo particular. Para ello, es útil imaginarnos las rutas de entrada y salida entre la casa y los destinos más frecuentes que tendremos. Posteriormente, analizar en detalles la calle donde se ubica el inmueble, observar el flujo vehicular, los servicios disponibles, los árboles o cualquier elemento favorable o desfavorable. Después, es conveniente que nos fijemos en los predios colindantes, es decir en los que serían nuestros vecinos. Si se trata de una propiedad finalista hay que abundar en este punto: realizar visitas en distintos días y horarios, considerar sus rutinas y hablar con los vecinos, no vaya a ser que luego nos encontremos con un mercado sobre ruedas en la puerta de nuestra casa a pocos días de nuestra mudanza.
Aunque posteriormente verifiquemos con mayor precisión la superficie del terreno, debemos pedir que nos comprueben el dato. Si tenemos dudas (sobre todo cuando se trata de un predio irregular) es conveniente pedir ayuda a un especialista. Ubiquemos los puntos cardinales e imaginemos cómo serán los efectos de la trayectoria diaria del sol; por ejemplo, debemos saber que las habitaciones orientadas hacia el norte serán frías en invierno. Y no olvidemos tomar en cuenta las vistas desde el inmueble, tanto agradables como desagradables.
Si las fotografías mintieron, y no nos gusta la propiedad, no perdamos nuestro tiempo y continuemos con la búsqueda. Uno de los aspectos que más sufrimos por falta de análisis es el de la funcionalidad. Tenemos que asegurarnos de haber considerado nuestras principales actividades diarias: estacionar (el o los autos), subir y bajar con niños o con bultos del supermercado, circular entre la cocina y el comedor, las recámaras y la lavandería. Analizar los niveles de iluminación y áreas de ventilación. Si no nos sentimos cómodos en alguna habitación indaguemos el porqué. Imaginemos que ya estamos viviendo allí, y sintámonos viviendo por unos momentos en la casa.
De la misma manera que lo hicimos con el terreno, comprobemos la superficie construida. Recordemos que nos venderán cada metro cuadrado construido, por ello es importante tener bien cuantificado el producto que compraremos. Realicemos la inspección de pisos, paredes y plafones en cada habitación, estudiemos con cuidado la calidad y el mantenimiento de los acabados. No olvidemos revisar los muebles de baño y de cocina, equipos especiales, accesorios, cancelería y herrería, y que el número de salidas eléctricas sean suficientes. Una mala carpintería delata el ahorro que buscó el constructor. Abramos los grifos, prendamos las luces, hagamos pruebas. Si detectamos alguna grieta, humedad o falla en la casa preguntemos sobre ello a nuestro especialista de confianza.
Conocer la edad del inmueble nos servirá para comparar con otras opciones e intuir el estado de conservación de las instalaciones ocultas, por ejemplo las tuberías del agua. En caso de que el inmueble hubiese sido remodelado, preguntemos en qué consistió exactamente cada una de las modificaciones y cuándo se realizaron. Tratemos de recordar, o mejor anotar, los detalles que vayamos encontrando, para posteriormente realizar su análisis en casa. Por ejemplo, anotemos en qué nivel se encuentra la vivienda. No será lo mismo estar en un cuarto piso si el edificio cuenta con elevador o no. Para recordar el estado de conservación de cada opción es práctico utilizar la siguiente escala: Muy Bueno, Bueno, Normal, Malo y Muy Malo.
Elaboremos una tabla con las ventajas y desventajas de cada opción. Anotemos en ella: la edad de la propiedad, el estado de conservación, las superficies de terreno y de construcción, el precio y el número de recámaras, de baños y de lugares para estacionamiento. Sumemos al precio de la propiedad un monto estimativo de costos para arreglar lo que no nos gustó en cada una de las opciones, si es necesario hay que pedir un presupuesto. Finalmente, relacionemos entre sí todas las opciones.
Con la información recabada, discutamos con nuestra familia sobre la mejor opción. Si lo consideráramos necesario, una buena alternativa de asesoría, para aclarar dudas sobre nuestras opciones finalistas, es el perito valuador, experto imparcial en el análisis técnico y de valores del mercado inmobiliario. Debemos recordar que quien vivirá o sufrirá en esa propiedad somos nosotros y nuestra familia. Comentemos nuestra elección con el profesional inmobiliario y formulemos de manera conjunta una oferta. No hay que distraerse con segundas opciones, ya que ello sólo nos hará dudar. Si no logramos el cierre con la propiedad elegida, revisemos si la segunda o tercera opción cumplen con nuestras expectativas, de lo contrario debemos reiniciar el proceso.
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